Otro año más hemos cumplido con la cita anual de pescar en el Tajo, y ya llevamos quince. Otra vez las aguas transparentes, la sinfonía de las corrientes, la concentración máxima ante cualquier indicio que nos informe de la subida de una trucha... Tuvimos un buen día en el coto de abajo, aunque siempre dejamos vivos a los peces. Fue un bonito mano a mano entre mi hijo y yo. Creo que me ganó por una. Aunque el número y la talla de las truchas ha descendido alarmantemente en los últimos años, siempre merece la pena volver a ver el río. No nos cansamos de mirar, como en la foto, el fluir del agua.
viernes, 10 de agosto de 2007
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