Ver llegar a las aves migradoras, agotadas, algunas con los picos abiertos, después de atravesar el Estrecho de Gibraltar es todo un acontecimiento, por más que se repita año tras año. A esta cita, que se extiende durante varias semanas, tanto a la ida como a la vuelta, acuden amigos de las aves desde muchos lugares de España y también del extranjero. Yo también he estado allí recibiendo con alegría la arrivada de estos esforzados del aire. Como el viento ha soplado de poniente todos los días, había que dirigirse a las proximidades de Gibraltar. Yo estuve en Punta Carnero.

Desde esta altura el espectáculo del paso es increíble: con los prismáticos se intenta localizar a las aves que no son más que puntos en la lejanía. Poco a poco se van haciendo más visibles y más y más, hasta que llega un momento en que se presentan en la costa y te sobrevuelan, dándote la oportunidad de observaciones cercanas.
En esta ocasión, la primera semana de abril, tres aves han sido las protagonistas por su abundancia: el águila calzada Hieraetus pennatus, el gavilán Accipiter nisus, y el milano negro Milvus migrans. Además, águila pescadora Pandion halieaetus, buitre común Gyps fulvus, águila culebrera Circaetus gallicus, halcón peregrino Falco peregrinus, avión común Delichon urbicum, vencejo común Apus apus, vencejo real Apus melba, abejaruco Merops apiaster y otras especies de tamaño menor.
En el mar vimos algún págalo grande, bastantes alcatraces y un delfín.