Desplante con el capote 61x46
Estas dos últimas pinturas tienen que ver con el tema taurino. Los toros siempre me han atraído por su estampa -cuando la tienen-, por su bravura -cuando la tienen- y por su peligro -cuando lo tienen-. En la plaza, en el campo, son especiales, con miradas especiales y distintas, con comportamientos a veces extremos: el bobalicón o el intoreable por mansurrón, el intratable con genio o el bravo al que hay que saber dominar y llevar a terrenos imposibles. Por eso cuando sale el toro a la plaza es el misterio, hay expectación, tensión y se espera que un torero, vestido con verdad, descubra el misterio y nos lo muestre a los demás, aunque me temo que hasta aquí también ha llegado la crisis: muchos toros no lo son y muchos toreros son de mentirijillas.
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