Carricerín común
Los últimos visitantes del jardín han hecho escala en estos días desapacibles. Seguramente han seguido su camino con la bonanza siguiente. Han dejado en mi retina sus movimientos, sus formas y sus colores, y en mis oídos sus cantos. La prisa es la prisa y en la migración primaveral los pájaros la tienen y sólo se detienen lo imprescindible. Cuando llegan al lugar elegido comienza la vorágine de la reproducción. Sólo se han cruzado como huéspedes de un par de días en nuestro camino y los hemos considerado un deleite para nuestros sentidos. Ahora se han ido y quedamos agradecidos, una primavera más, los que amamos a estos seres del aire y de la tierra y de las aguas, los que hacen que el jardín sea dinámico y vivo y la ventana algo distinto a la televisión: no pretenden entretenernos, no buscan audiencia, no nos adoctrinan, no esperan nada de nosotros, sino que actúan con la naturalidad que les es propia. Esto lo ha olvidado la mayoría de los hombres y es que la sociedad, junto a ventajas indiscutibles, nos "regala" existencias discutibles, alejadas de nuestra naturaleza, de nuestra propia naturalidad. Hay que elegir. Erich Fromm, tener o ser, o, por lo menos, ser más aunque tengamos menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario