Aprovechando la sombra de unos plátanos me puse a pintar a media tarde |
Empecé bien, pero después no me gustaba el resultado y opté por dar unos brochazos salvajes y repintar todo con colores más agresivos. |
Esto es lo que resultó al final |
La vista es espectacular por los volúmenes. Los edificios alcanzan bastante altura |
Vista de los barrios altos y del río que bajaba prácticamente seco |
Munilla es un pueblo riojano al que se accede desde la carretera Soria - Arnedo, desviándonos a la izquierda unos dos quilómetros, ya en las proximidades de Arnedillo. Fue pueblo industrial con telares y con fábricas de zapatillas. También de chocolate. Ayer parecía un pueblo muy vivo por los turistas. Quedan caserones en pie y alguno se ha reconvertido para el turismo. Cuando bajaba a la Rioja, de niño o de mozo por esta carretera en los antiguos autobuses, a estas alturas del viaje llevaba encima un mareo de órdago a la grande, si es que no había vomitado ya varias veces. Recuerdo que en ocasiones el autobús dejaba en el cruce de la carretera a pasajeros mientras hacía el corto recorrido hasta Munilla. Después los recogía en la bajada. Yo siempre deseaba que no subiera a este pueblo por el mareo. Así es la vida. Ahora, aunque hacía tiempo que no lo visitaba -muchos años-, me gustan estos pueblos, su arquitectura, el casino, por ejemplo, con su mobiliario de hace años, con las mesas preparadas para acoger los braseros, con los espejos colocados estratégicamente para verte o ver...
Así que me puse a pintar mirando al cielo, a la altura de estos edificios singulares. Y me llevé de recuerdo esta acuarela que se ve arriba.
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