LAS GARROCHAS DE VILLASAYAS

En el alto, entre las encinas, se celebró la misa y se bendijeron los campos

Para la bendición de los campos se leen cuatro evangelios y tras cada uno, una oración para que las fuerzas de la naturaleza respeten las cosechas. Cada evangelio junto con la oración
se orienta a cada uno de los cuatro puntos cardinales y todas las personas se giran y dirigen su
mirada hacia ese punto. Que ningún campo se quede sin su bendición, hombre, por Dios.

Este año coincidieron "Las Garrochas" con la fiesta de San Isidro.
Los niños llevan las ramas de las lilas y, unido a ellas,

un rosco dorado y apetecible.

Estoy arriba observando lo que ha ocurrido abajo. Algunos niños
sucumbieron a la tentación del roscón.

Al fondo, la imagen de San Isidro en cuya mano se colocaron unas cuantas espigas.

Acabada la misa todos los asistentes comieron asado de cordero, que
corría a cargo del ayuntamiento. Alguien llevó una excelente

ensalada y alguna tortilla de patata.

Para el postre bocaditos de nata y café de puchero.
La imagen refleja el momento en que se echan las ascuas avivadas
con unos puñados de azúcar.

Sólo quedaba colarlo.

Ya en las postrimerías, con un vasito de vino espumoso en la mano, llegó alguien con las famosas tazas de plata. Me cuenta Teodoro que antes era el alguacil del pueblo quien realizaba este menester, el de procurar que todos y cada uno de los asistentes bebiera en la taza repleta de vino. Hay cuatro tazas, cada una con una fase de la luna. A mí me tocó la de cuarto creciente. Sinceramente, ya no hace falta que crezca nada a mi edad, sino que se mantega lo que hay en su actual medida.

En todo caso, los ojillos expresan claramente la realidad del momento. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Salud para otro año.