Montenegro de Cameros
En el puerto de Santa Inés esperaban unos cazadores a las torcaces. Un tal Echevarría avisaba, seguramente con el móvil, de su llegada (vamos, de la llegada de las palomas) y un tipo oculto en un enramado preparado al efecto de disparar sin ser visto, tocaba una trompeta para que el aire se encargara de transmitir la noticia. Mientras estuvimos allí no llegó ninguna, ni oímos un solo disparo. Pinzones con su plumaje nuevo, lavanderas blancas, verderones serranos, algún colirrojo tizón fueron los pájaros más abundantes.
Hembra de Lúgano
En lo más alto del puerto que nos da acceso a la parte riojana, esta hembra de lúgano comía tremendamente confiada a un metro de donde había conseguido acercarme. Qué animal tan dócil y qué sensación de armonía. Pocas veces se puede experimentar la cercanía de un ave. Llegué a tumbarme a su lado y como si nada. Joder... Cuando era pequeño, en casa teníamos un lúgano y mi padre decía que eran muy mansos. Verderón enano le llamábamos. Lo trajo de Andalucía -allí vivimos algunos meses- y formó parte de la familia hasta que un día se escapó porque yo no cerré ni la jaula ni la ventana.
Viniegra de Abajo
Viniegra de Abajo es menos rústica que Viniegra de Arriba. Ambos pueblos tienen casas arregladas, pero el de abajo, más abierto el valle, es más señorial. Palacetes y casonas luchan por destacar frente a las laderas. Tuvo que ser un pueblo rico. Los perros ladraban al camión de los productos congelados. Probamos un chorizo muy bueno en uno de los tres bares que hay en la plaza. Por cierto, en el bar había un papel con la estadística de las palomas que habían entrado a España y que se habían censado en cuatro puntos. Unas 900.000, aproximadamente la mitad que el año pasado. Curioso.
Sinfonía de colores
Me llené de colores en esta excursión. Las laderas saturaban con sus tonos de verdes, pardos y rojos mis ojos y no cesaba de exclamar, detrás de cada curva, la sorpresa de un nuevo espectáculo. Mi cerebro, quizá con una memoria cavernaria, se alegraba de estas visiones, señales de frutos y de abundancia. Mañana me voy a Simancas a pintar no sé qué, después de haber devorado con fruición todos los colores de la naturaleza en su máximo esplendor.
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