

En el jardín nadie. Parapetado detrás de los cristales contemplo el ir y venir de los pájaros visitantes y de los residentes habituales. Varios mirlos, algún papamoscas cerrojillo, un petirrojo, un par de carboneros comunes, tres pardillos, un mosquitero y, entre ellos, comiendo en el césped, un torcecuello. Los mirlos rebuscan entre las hojas caídas con enérgicos picotazos; los gorriones, en pandilla, se mueven en lo seco; el papamoscas va y vuelve, va y vuelve; pero el torcecuello es sutil, alcanza su comida con la larga lengua brillante entre la hierba. Camino del sur se ha detenido a coger fuerzas. ¡Buen viaje! ¡Que Dios reparta suerte!
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